El negocio del agua
Un estudio revela que la mayoría del agua embotellada que se vende en Estados Unidos es del grifo
Que el agua embotellada es más saludable y segura que la del grifo es un mito. Es algo que ha estado en el aire durante mucho tiempo y que acaba de confirmar la ONG Food & Water Watch en un estudio que revela que casi el 64% del agua embotellada que se comercializa en Estados Unidos no es más que agua del grifo.
Pese a esta realidad, por primera vez en la historia, el agua en botella se situó en 2016 como la bebida más vendida, por encima de los refrescos, en un país en el que los consumidores pagan por ella 2.000 veces más que por el agua del grifo. El auge (y el poder) de la industria ha elevado tanto los precios de venta al público que, de hecho, este paga por un galón de agua en botella (unos 3,8 litros) el triple que por uno de leche.
Las anteriores son algunas de las revelaciones más llamativas de ‘Take Back the Tap: The Big Business Hustle of Bottled Watter’. “Muchos americanos han caído en el mito de que el agua embotellada es más pura y más sana que la del grifo, principalmente por las tácticas de marketing de la industria”. Así arranca este trabajo, que advierte además que el 36% restante de agua embotellada se esquilma, por bombeo, de los recursos hídricos públicos. En este segundo extremo, la práctica genera un notable impacto sobre el medio ambiente, además de propiciar el agotamiento de las fuentes de suministro de agua.
No son los únicos efectos de las prácticas de una industria que figura entre las más destacadas en cuanto a huella de carbono. Más visible todavía es su impacto en materia de residuos. En 2015, hasta 7 de cada 10 botellas de agua vendidas en el gigante norteamericano fueron a parar a vertederos, en vez de reciclarse. Además, la magnitud de estos residuos no para de crecer. Con 4.000 millones de libras (algo menos de medio kilo) de PET usadas para las botellas de agua comercializadas en 2016, estas podrían haber llenado por completo un edificio tan emblemático (e inmenso) como el Empire State Building de Nueva York.
Todo lo anterior, a cambio de 14.700 millones de dólares en ventas cerrados en 2016 a favor de las compañías que conforman la industria, entre ellas Nestlé o Coca-Cola. “Los barones no solo se aprovechan de la desconfianza que existe sobre el agua del grifo, sino que ayudan a reforzarla mediante grupos de presión para que se promulguen políticas que mantengan los beneficios del agua embotellada”, advierte Wenonah Hauter, director de Food & Water Watch. En la línea de sus declaraciones, la inversión en grupos de presión por parte de la industria alcanzó entre 2014 y 2016 los 28 millones de dólares.
En este contexto, la aportación pública para infraestructuras del agua cae en picado en Estados Unidos (el 37% entre 2010 y 2014). Por ello, la ONG promueve una gestión del agua como bien general. En esta línea, los expertos abogan por la aprobación por el Congreso de la que se conoce como WATER Act (Water Affordability, Transparency Equity and Reliability Act), para que se inyecten fondos federales al agua. “Tenemos que desterrar nuestro hábito de beber agua embotellada”, reivindica el colectivo antes de incidir en que el Congreso estadounidense “debe garantizar fondos para unas infraestructuras con las que las generaciones actuales y futuras vean cubierto el derecho humano al agua”.
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