¿Cómo aprende nuestro cerebro?
Evidentemente todos poseemos una máquina o cerebro increible y ante todo la ACCIÓN o Experiencia de HACER las cosas nos enseña mucho. Por supuesto los sentidos nos definen como seres vivos y observando o escuchando lo que hay a tu alrededor condiciona. Además la comunicación hay que resaltarla: libros, videos, dialogo, dibujos, etc.
“Utilizando una técnica pictórica de un pintor a elegir del siglo XX, dibuja las características del franquismo en España”. Este enunciado es un ejercicio que propuso el docente David García, del Colegio Calasanz PP Escolapios (A Coruña), a sus estudiantes para trabajar en el aula la metodología Aprender haciendo. “Los resultados fueron espectaculares. ¿Es una actividad de Plástica? ¿Es una tarea de Ciencias Sociales? Lo que está claro es que fomenta la creatividad, el pensamiento y espíritu crítico. Además, como el maestro no tiene un solucionario, él también aprende”, comenta.
La metodología Aprender haciendo o Learning By Doing es un aprendizaje caracterizado por estar presente en muchas de las técnicas y metodologías activas que están transformando las aulas: es el caso del Aprendizaje Basado en Proyectos y en Problemas, la cultura maker o la Clase al revés. En este sentido, es compatible con aquellas que parten de una situación, una pregunta o un problema que ‘obliga’ al alumnado a dominar determinados contenidos para proporcionar una respuesta adecuada y aprender mejor. Como manifiestan Lourdes Bazarra y Olga Casanova de Arcix Formación: “El aprendizaje por experimentación genera un aprendizaje más profundo. También es el camino para llegar a dos de los indicadores de calidad del mismo. Por un lado, definir y abstraer conceptos. Por otro, transferirlos y ponerlos en práctica en otros campos para descubrir su versatilidad”.
Aprender haciendo, por dónde empezar
Su puesta en práctica no sólo rompe con las estructuras tradicionales, genera conocimiento en cada momento y ayuda a enfrentarse a retos (tanto individuales o grupales) para que el estudiante despliegue y avive su espíritu por aprender, su curiosidad, su afán por superarse, su creatividad… Incluso la arquitectura del aula se ve afectada. “A veces, me paro a observar y tengo a 15 alumnos trabajando de pie. El ritmo de aprendizaje hace que les sobren las sillas. En movimiento se aprende mucho mejor”, explica García.
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