Infancia, capital humano
INFANCIA Y CAPITAL HUMANO.
Introducción.
El ser
humano nace con grandes carencias y necesidades. Necesita a los demás en un
periodo largo de tiempo. Sólo si consideramos al hombre desde esta posición, se
puede hablar de la necesidad de la educación , dada la muestra de gran
plasticidad que manifiesta , al aprender
a superar esas carencias cuando es aún pequeño. Está constatado que la
plasticidad del hombre hace posible la educación y los niños son más modelables
en la infancia.
Es
cierto, apenas el bebé ha formado el lenguaje, ya dialoga consigo mismo y con
sus padres. También con los objetos que hay a su alrededor. Estos últimos
siempre se los llevan a la boca para reconocerlos, desde el mismo momento de su
nacimiento.
Antes
de nacer incluso, dialogan, a su manera, con el entorno. Dando patadas que
no son sólo reflejos, el bebé trata de conocer y comprender el mundo.
Apenas a los tres años, su deseo de comunicación
le lleva a formular preguntas acerca del porqué de las cosas, así como a imitar
todo lo que le rodea.
Durante los cuatro, cinco y seis años, crecen a una
velocidad abrumadora y se produce un cambio en las habilidades cognitivas del
niño.
Con cuatro años, necesita poco ayuda para vestirse,
aunque para esto último necesite un largo periodo de tiempo.
Entre los cinco y seis años aparece el juego de reglas,
pero hasta los 7 u 8 años no adquiere protagonismo frente a otros juegos.
A los cinco
años, se convierte en un gran charlatán y dice todo lo que piensa.
A los seis
años, ya empiezan las primeras interacciones sociales. El juego es
fundamental y el niño aprende a elegir dentro de unos límites.
A los siete
u ocho años ya comienzan a interaccionar con niños de su edad de una manera
más fluida. De hecho de los 8 a
los 13 años, estarán en la preadolescencia y en este periodo cambia la
personalidad del preadolescente, confía más en sus propios juicios y es más
autosuficiente.
Cuando
se acerque a los años de la adolescencia, el chaval buscará su propia
identidad.
En
comparación con otros animales, los humanos dedicamos a los pequeños mucha más
atención y gran cantidad de esfuerzo. Sin embargo, la cantidad y calidad de
cuidados que los padres dedican a sus hijos varía de unas culturas a otras.
Estamos acostumbrados a ver jugar a nuestros hijos con
objetos especialmente diseñados para el juego y podemos perder de vista los
orígenes evolutivos de esta actividad. De hecho, en grupos humanos menos
industrializados, los palos y las piedras constituyen estupendos juguetes
naturales. ¡Jugar a la puntería!, constituye una técnica fundamental de
aprendizaje y supervivencia.
Lo que
los humanos llamamos juego parece estar reservado a todos los mamíferos, no
sólo al hombre. Dado que tenemos los sentidos bien desarrollados y gran
capacidad de aprender, el juego es practicado principalmente por los jóvenes.
Se trata de una actividad que se practica por puro placer y sin un objetivo
predeterminado.
Aunque principalmente, el juego, se efectúe entre
jóvenes, también debemos tener en cuenta que la cultura del ocio y tiempo
libre, ha extendido el juego hasta edades avanzadas, un ejemplo lo constituye
las cartas y los yayos.
Existen
así muchas teorías acerca de la razón del juego. Se sabe , por ejemplo, que el
juego ayuda al individuo a fortalecer los músculos y mejorar su coordinación.
Destacamos también su importancia en la comunicación ya que establece las bases,
en uso de sonidos, posturas y gestos que se transmiten en el mensaje.
Si nos detenemos a observar a dos niños jugar, podemos
apreciar multitud de acciones diferentes de: comunicación, dominación,
sumisión, colaboración, indiferencia…etc. ¡Están aprendiendo para el futuro!
EL
BEBÉ.
El primer año de vida.
Quien no
ha oído decir eso de: “se pasa todo el día comiendo y durmiendo”. Y es verdad,
es toda la actividad que hacen: comer, dormir y crecer .De todas maneras, cada
bebé es único y su forma de crecimiento también. Esto puede ser constatado
en padres con varios hijos, donde aunque los hijos sean educados con los mismos
parámetros, han respondido de diferente manera a ellos.
Aún así, el desarrollo del bebé durante el primer año es
asombroso. Crece muy deprisa y aprende muchas cosas en poco tiempo: “parecen
esponjas todo lo absorben”. Además, en esta etapa de la vida es donde empieza a
fraguarse la personalidad.
A los tres meses el niño conoce
perfectamente quién es su madre y la actitud que esta desarrolla con el bebé
(de aceptación o de rechazo), y esto le provoca una reacción que será decisiva
para su posterior desarrollo:
Una actitud materna de aceptación, favorecerá el
desarrollo y una actitud de rechazo lo dificultará, repercutiendo física, mental
y afectivamente en el niño.
Así la cercanía de la madre, es un estímulo básico que se
establece como reforzador social para su hijo.
Durante el primer año como nota destacable está el
desarrollo del apego, que abarca más allá de los dos años.
Antes de la aparición del apego, de 0 a 6 semanas, el bebé tiene
una conducta que consiste en reflejos y responde a los estímulos que
vienen de otras personas.
En la fase de formación de apego, de 6 semanas a 6
u 8 meses, el bebé empieza a balbucear, sonreír y sigue la mirada de la madre.
Aunque no muestra ansiedad cuando se separa de su madre, sí cuando se separa
del ser humano en particular.
La fase de apego, propiamente dicha, se establece
de los 6 u 8 meses hasta los 18 ó 24 meses. En esta fase el vínculo afectivo
con la madre es muy fuerte.
Por último a partir de los 2 años, aparece la formación
de relaciones recíprocas. El bebé entiende que la ausencia de la madre no es
definitiva y logra calmar la ansiedad.
Durante
el primer año de vida, ocurre el primer desarrollo sensitivo y psicomotor del
niño, y su relación con los demás todavía queda lejos.
Poco después de su nacimiento, el bebé intentará imponer
su voluntad a los demás, pretendiendo que sus exigencias sean satisfechas y
para ello, inteligentemente, desarrollan el llanto y lloran para que los cogan
en brazos . Conviene que los padres estén atentos a esta situación, ya que
el niño puede adquirir una actitud impositiva que luego se puede reflejar en su
personalidad.
Qué bonito!
En ocasiones los niños hacen
cosas que te sorprenden gratamente, aunque en otras ocasiones realicen acciones
un tanto “salvajes”.
De excursión con los
pequeños pueden pasar cosas asombrosas como observar a un niño dar “palazos” al
tronco de un árbol. Tú, le preguntas porqué lo hace y él te responde que está
jugando como en la TV.
Sin embargo otras veces
ocurre lo contrario:
Ante la maravilla de la
naturaleza, con los niños expones que el mejor sitio de la planta es la tierra,
el suelo y no arrancarla.
Así que a la hora de hacer
un herbolario, coges una hoja y todos los niños la calcan con el fin de
obtenerla en su cuaderno, porque las plantas deben estar en el suelo y no hay
que arrancarlas.
Cuando terminas la actividad
con los infantes y te retiras a guardar el material utilizado, se te aproxima
una pequeña y te da una flor.
¡te la comerías a besos!
El segundo año de vida.
En los
dos años, el proceso de desarrollo es frenético, tanto física como
psíquicamente. Incluso algunos expertos hablan de los “terribles dos años”, ya
que se trata de una etapa que no tiene nada de envidiar a otras más famosas,
como por ejemplo la crisis de la adolescencia.
Durante meses los
padres se preguntan:¿cuándo andará?. Y de repente, el niño, anda. . Ahora se
tiene de pie y tiene un aire distinto, más independiente, aunque depende de
nosotros al 100 %. Cada objeto que ve es un nuevo desafío para él.
Durante
este periodo, el niño ya ha dejado de ser bebé y se enfrenta a cambios
importantes. En esta etapa, el peso específico del desarrollo recae en las
capacidades psicolingüísticas y de comprensión.
Lo que también puede caracterizar esta etapa son las
primeras palabras del bebé , posiblemente estas serán mamá y papá.
La primera palabra que el niño aprenderá será mamá y papá
, o viceversa, pero con toda seguridad la tercera palabra será NO.
Es algo universalmente aceptado que la tercera palabra
será no, porque es una palabra que constantemente está en boca de sus padres.
Pero debe existir un número de cosas que sí pueda hacer. Es conveniente que el
niño disponga de un rincón donde pueda jugar desordenadamente, destrozar
juguetes y rasgar papel. El niño que oye muchas veces no, desarrollará una
personalidad pobre y puede vivir pensando que no es capaz de hacer nada
positivo.
Así
también durante el segundo año comienza a emerger el juego simbólico o
de ficción. Es decir,aparece el juego con la capacidad de utilizar objetos “como si”. Al principio de la aparición, el
juego suele ser individual, pero con el tiempo éste evoluciona a un juego socio
dramático en el que el niño adopta un papel y sigue un guión. Esto último,
acontece a los tres años aproximadamente.
Las
rabietas son algo normal y fácilmente controlable. Es importante sobre todo
no perder la calma y saber esperar.
Quizás esto último sea lo más costoso puesto que el niño
quiere salirse con la suya y utilizará todo tipo de artimañas para ello.
Se espera de ti que permanezcas estoicamente y
pacientemente, esperando a que esta rabieta remita.
Y al final terminará agotándote la paciencia, aunque para
evitarlo aconsejan realizar unas respiraciones profundas y disimuladas.
Si no remitiesen con lo explicado, dada la persistencia
del infante, les diríamos simplemente: ¡Basta ya!, con una entonación
diferente.
De todas maneras, si en la primera rabieta saben
manejarte bien, puedes estar perdida si no adoptas una nueva actitud de
inmediato.
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